La primera muerte es definida, comprendida, concebida y explicada de manera muy distinta por la cultura, la filosofía, la antropología o las religiones. Sin embargo es una realidad común a todos los seres. Esta misma diversidad la encontramos en religiones que comparten fuentes doctrinales como son el Islam, el judaísmo y él cristianismo.
Las religiones
En las tres religiones mencionadas, hay concepciones y corrientes de pensamiento muy disímiles pero, las diferencias sobre el tema también se encuentran en una misma religión. Hace aproximadamente unos dos mil años atrás, cuando el cristianismo no existía, el judaísmo ya tenias sus facciones.
Según el relato de los evangelios, en el judaísmo convivían al menos; los fariseos y los saduceos con creencias diametralmente opuestas en varios tópicos. Por ejemplo, en cuanto a la muerte, los fariseos creían en el cielo y el infierno, mientras que los saduceos no creían en la resurrección
En el cristianismo el asunto no es diferente. En un extremo están los que creen en la muerte como una transición de vida: Ascienden al cielo, para vivir eternamente, llegan al purgatorio para vivir transitoriamente o terminan en el infierno para ser torturado perpetuamente. Definitivamente, no hay muerte. Al otro extremo se ubican , los que piensan que después de esta vida no hay otra. La muerte es el fin total y absoluto.
He mencionado solamente tres religiones que, a diferencia de otras, comparten algún fundamento doctrinal y aún así tiene diferencias notables, pero en una sola religión, con un único texto doctrinal: la Biblia, hay multiplicidad de creencias prácticamente respecto a todo, en particular respecto a la muerte.
Una de las razones que, a mi entender explica esta contradicción está en la cantidad de interpretaciones que un mismo versículo puede tener. Se podrán obtener tantas exégesis como lectores tenga una sola frase.
Así, surgirán denominaciones en una religión, como seguidores logre tener un individuo con algún liderazgo. Lo ideal debería ser que quienes se acercan a estudiar un texto, tuviesen la humildad para aceptar o deponer sus posiciones y conocimientos elementales de hermenéutica al analizar un texto cualquiera. Eso limitaría esta proliferación que favorece la confusión y la incredulidad.
En la Biblia
Un principio interpretativo a tener en cuenta para la Biblia, se encuentra en sus mismas páginas :
“Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:20, 21).
De acuerdo a este texto, la Biblia es su propio intérprete, no admite que ningún privado, cualquiera sea, la dilucide. Esto no es fácil. Ya podríamos analizar el concepto de profecía y abrir una discusión. Por tanto, me limitaré en esta meditación a describir el texto, más que a interpretarlo.
He titulado a esta reflexión “La primera muerte”, porque la Biblia habla de una segunda muerte. Desconocer que las escrituras hablan de dos muertes, contribuye a la confusión. Espero que examinarlas por separado aporte a clarificar el tema.
Satanás aparece en la escena de este mundo, burlando la inteligencia con preguntas capciosas y con una declaración contraria a la advertencia Divina:
“De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16 ,17).
“Entonces la serpiente dijo a la mujer: No morirás” (Génesis 3:4)
Como vemos, la muerte tiene su raíz en una controversia trascendental. La tesis engañosa de Satanás que no moriremos, se sigue manteniendo en una cantidad de credos.
Creencias como la reencarnación, o en las que sostienen que vamos al cielo, o que seguimos viviendo en espíritu, o en las que el cuerpo muere pero no el alma, en resumen: En la inmortalidad del alma.
La Biblia, literalmente dice que el alma muere y se entiende por alma, al ser conformado por el polvo de la tierra y el aliento de vida que Dios le da. La disociación de estos dos elementos es la muerte, en donde el polvo vuelve al polvo y el aliento de vida vuelve a Dios.
Esta verdad es congruente en toda la Biblia. No entra en contradicción con ningún texto de las Escrituras que trate el tema. Cuando pareciera haberlas, se trata de eufemismos, parábolas, metáforas o mitos culturales, que generalmente están con el propósito de resaltar alguna otra enseñanza y que deben ser contextualizados.
Independiente de lo que creamos, el desenlace de esa controversia ancestral, lo conocemos, porque provoca nuestras mayores tristezas e incertidumbres. La muerte está entre nosotros, pero felizmente sólo la primera.
La primera muerte
Cuando sus discípulos le comunicaron a Jesús que su amigo Lázaro está enfermo, Él les dice: “Esta enfermedad no es para muerte” (lo mismo diría hoy aunque no nos parezca). Dos días después, conversando con sus discípulos les dice: “nuestro amigo Lázaro duerme; más voy para despertarle”. Ellos responden: “Señor, si duerme sanará”.
Sus seguidores entendieron lo que habríamos entendido nosotros también: que Lázaro dormía, como dormimos cada noche, o cuando hacemos una siesta o cuando el sueño nos vence. “Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto”.
La historia referida que les invitó a leer completa en el capítulo 11 del evangelio según San Juan, contiene una verdad inequívoca y alentadora: Para El Maestro, lo que conocemos como la muerte es un dormir transitorio, no definitivo. Lo probó para la humanidad toda, resucitando a su amigo.
Jesús no vino para liberar a Lázaro de un dormir, de una muerte pasajera, de un estado temporal de inconsciencia, lo hizo precisamente para librarlo de la muerte que creemos, que nos angustia, que nos asusta, que nos desesperanza.
En concordancia con esa verdad, el único que hasta ahora ha experimentado una muerte diferente, es Jesucristo.Cuando decimos tan livianamente que murió por nosotros, difícilmente dimensionamos su significado. No murió la muerte que conocemos.
Lo hizo librándonos no de esta muerte que no es más que un abrir y cerrar de ojos. no vino para despertarnos. En la reflexión sobre la segunda muerte, ampliaremos algunos aspectos sobre este particular.
Que para Dios la muerte no sea más que un dormir fugaz, puede ser la razón, por la que a veces nos parece hasta indolente ante el deceso de niños inocentes o de jóvenes “con toda una vida por delante”, o de enfermos o de quienes mueren en accidentes. Nos admiramos, no podemos comprender y le reclamamos muchas veces llorando.
¿Será porque para el Señor sólo dormirían? Esa es mi esperanza, mi explicación. Lázaro murió y a Jesús no pareció importarle, pero frente a su tumba lloró.
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks