“Se dice que los cuervos se encuentran entre las aves más inteligentes. Aprenden a participar en juegos, maquinan travesuras, son astutos y al parecer son capaces de expresar tanto alegría como tristeza.
Durante la época en que ponen sus huevos, pierden muchísimo tiempo hurgándose unos a otros las briznas de paja de los nidos. Pero no se limitan meramente a ir a un nido y sacar una brizna de pasto. Se acercan con sigilo cuando sus dueños no están, y luego graznan victoriosamente al llegar a su propio nido. Más tarde, otro cuervo le roba unos pajas al ladrón, y este se pone a protestar desconsoladamente a causa del ultraje del que ha sido objeto.
El cuervo disfruta de un juego que llamaremos “despierta dormilón”. Se acerca sigilosamente a un animal dormido, que puede ser un perro o un conejo, le da un picotón seco y fuerte en la cabeza y se va volando en medio de fuertes graznidos de placer, cómo si esto le resultara sumamente divertido. Un ornitólogo de la Universidad de Cornell notó con cuanto deleite graznaba un cuervo que uno de sus hijos tenía de mascota, cada vez que el niño se caía de la hamaca.
Hace tiempo leí acerca de unos cuervos que habían estado molestando a un águila durante días; eran despiadados con ella y no le daban un momento de descanso. Parecían turnarse para molestar a la enorme ave, de tal manera que jamás la dejaban en paz. Un día el águila asió a uno de los cuervos que se había acercado demasiado. Lo mantuvo firmemente entre una de sus fuertes garras, y procedió a arrancarle casi todas las plumas, dejándolo luego en libertad. No hay necesidad de decir que los cuervos no molestaron más al águila.
Muchas veces podemos ser verdaderamente crueles al tratar de divertirnos. Si nos estamos riendo de alguien o divirtiéndonos a su costa, sería mucho mejor que dejáramos de hacerlo inmediatamente. La risa insolente del cuervo no es necesariamente una manifestación de felicidad, y tenemos que reconocer que en el caso del desplumado su diversión finalmente le produjo mucho sufrimiento. Lastimar a otros para divertirnos no tiene excusa.”)
Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja. (Prov. 14:13)
De: Windows on God’s Word. Santiago A. Tucker, 1975.
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