Cuando piensas en las anguilas, quizá te imagines esas viscosas criaturas parecidas a víboras que viven en las profundidades de los ríos y los arroyos. En realidad la anguila es un pez alargado con la columna vertebral formada por más de cien vértebras, lo que hace de ella una de las criaturas más graciosas del mundo.
Las anguilas que habitan los arroyos y los lagos de América del Norte y Europa tienen una vida extraña. Cuando están listas para desovar, las adultas comienzan una larga migración río abajo, hacia el Atlantico. Si solamente tuvieran que seguir la corriente hacia el mar, el viaje será sencillo, pero aveces se ven forzadas a viajar por tierra. Su piel resbalosa les ayuda a deslizarse fácilmente por el campo y sobre las rocas. El problema de la respiración fuera del agua lo resuelven gracias a su capacidad de absorber pequeñas cantidades de oxígeno por cortos períodos a través de la piel.
Al entrar en el agua salada del mar, el fango que las cubre evita que mueran por causa del brusco cambio de ambiente. Finalmente se adoptan por completo a éste. Continúan su travesía hacia el mar de los Sargazos que se encuentra en medio del Atlántico, donde se aparean y finalmente mueren. Las crías parecen completamente distintas de sus padres cuando entran en la Corriente del Golfo que las lleva hacia el norte. Aquellas cuyos padres provenían de América del Norte, son las primeras en abandonar la corriente, y se dirigen hacia los ríos de América. Las restantes continúan con la corriente hasta que llegan a los ríos y arroyos de Europa. Las jóvenes anguilas nadan rio arriba para comenzar nuevamente todo el ciclo.
Es mucho lo que aún se desconoce acerca de la migración de las anguilas, ¿Como saben donde ir? Podríamos preguntar lo mismo de nosotros, ¿Hacia donde vamos? Confiamos en Dios y en su conducción sólo por fe. Mientras dependamos de su dirección, nos volveremos a Él con todo nuestro corazón, no importa cuán lejos estemos.
Maravillas de la creación.
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