Hoy podemos tener diferentes dietas o tipos de hábitos dietéticos, temporales o permanentes; omnívoro, carnívoro, vegetariano, crudívoro, terapéutico, vegano.
Aunque se dice que este último, es más bien una filosofía de vida, casi una religión, porque no se adopta sólo por razones de salud, sino por fines ambientales y éticos. La determinación dependerá de nuestra salud, de nuestro gusto, de nuestra religión o de todas las anteriores.
Sobre gustos, se dice que no hay nada escrito, lo que significa que no hay reglas. La elección de lo que comemos o de la alimentación, podría estar determinada incluso por forma en que los alimentos estén preparados.
En cuanto a la salud, podría haber ciertas restricciones dietéticas, por el padecimiento de alguna patología. Una enfermedad puede hacer necesaria la abstinencia total o parcial de algunos alimentos. De esto, no hay mucho que decir, solo acatar las indicaciones nutricionales para un mejor vivir.
En relación a la religión, ¿tendrán algunas prohibiciones por las que habría que inhibirse de comer algunos productos? Dependerá de la religión, y en cuanto al cristianismo, de la denominación, porque está tan dividido que hasta en esto, encontramos diferencias.
Los católicos en semana santa se abstienen de comer carnes rojas y de aves, para ingerir sólo animales del mar, en tanto que en otras todo está permitido, pues o Dios lo bendice, o se prohibían en leyes supuestamente abolidas.
Encontramos estas disparidades a pesar de tener todas las denominaciones cristianas la misma fuente: la Biblia. Nada más apropiado entonces que recurrir a ella en busca de saber lo que dice sobre el origen de los hábitos dietéticos:
En el primer libro de la biblia, aún antes de la entrada del pecado, encontramos las indicaciones donde Dios le dice a sus criaturas cual debía ser su alimentación, y la recomendación para los humanos holísticamente perfectos, es:
Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla; os serán para comer” (Génesis 1:29)
y les dio “todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto…”(Génesis 2:9)
“Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así” (Génesis 1:30).
Dos aspectos a destacar: Aún, cuando no había entrado el pecado, el ser humano era perfecto, pero no eterno. De ahí que requería de nutrientes y particularmente del árbol de la vida.
Una fuente externa para mantener la vida. El ser inmortal, es atributo sólo de Dios. lo otro casi anecdótico, es notar que la presentación de la comida ha sido siempre importante, les entregó “todo árbol delicioso a la vista”
El plan original era entonces, hombres y animales veganos y punto, pero el plan primigenio, como sabemos cambio, y cambió total y absolutamente en todo.
El daño provocado por el pecado es de una magnitud imposible de conmensurar; y cuando se pretende volver al plan original, sólo en lo que es comida, es creer que el pecado no existió, que siguió todo igual.
Menos vamos a creer que afectó el aspecto nutricional del hombre ni a la naturaleza. Es una suposición casi ofensiva al plan de redención. El pecado lo dañó todo, y fue necesario cambiarlo todo.
La alimentación de los humanos y de los animales debía modificarse, dejaban la perfección física, psíquica, mental, espiritual. El organismo humano sufre una mutación orgánica; el planeta, las plantas, y todo ser queda afectado.
Muy tempranamente después de la entrada del mal, se hace necesario que el Señor instruyera respecto de los cambios más significativos, y les da a los dos vegetarianos, una muy mala noticia: El árbol de la vida que se ubicaba en el centro del huerto, fuente de la vida eterna, ya no estaría más.
Al inicio del Génesis, el centro del conflicto parece ser el comer:
“¿Con que Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocareis, para que no muráis” (Génesis 3: 1-3).
La representación de la pugna era; comer o no comer, y lamentablemente, pareciera que hoy algunos hacen del símbolo, el centro del conflicto, pero la esencia del mismo, era si queríamos seguir con Dios o pretender ser dios con satanás.
Fuimos engañados, Decidimos por el príncipe de este mundo, satanás; y apenas él toma posesión del planeta, Dios da prontas instrucciones:
“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mande diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo” (Génesis 3:17, 18).
Uno de los primeros cambios, para comenzar, fue la dieta, porque ya no estaban los nutrientes originales vitales para prolongar la vida, sus cuerpos habían cambiado y debían incorporar el alimento que era para los animales: plantas del campo.
Para comenzar, porque su nueva constitución física deteriorable, corruptible requeriría más que plantas. Y pensar que hoy algunos se ufanan por comer solo lo que era para las bestias.
Antes de la expulsión del Edén y antes de quitar el árbol de la vida, menciona la secuencia del relato, el momento en que Dios cubre a nuestros primeros padres con túnicas de pieles.
Ese acto extraño para el creador y sus criaturas, no solo pretendía cubrir los cuerpos ante la vergüenza de los únicos pecadores, quizás las primeras ropas para un desconocido invierno, o el fin del veganismo.
Por, sobre todo, mostrarles la salvación mediante el sacrificio de una criatura inocente. Si la muerte de ese cordero les resultó chocante, cómo los habrá impactado saber que sería Jesús, con quien hablaban en el Edén, al aire del día, “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Se iniciaba así, el sistema de holocaustos, que incluía el comer sin sus entrañas, el cordero sacrificado. Agregar a la dieta plantas, fue sólo el primer cambio, pero seguida y prontamente, hubo que agregar algunos animales y productos de ese origen.
No en vano Caín debía ser labrador de la tierra y Abel, pastor de ovejas, y la historia de estos hermanos deja claro que no era una cuestión opcional. Como a Caín no le gustó que Dios rechazara su ofrenda vegana, termino matando a su hermano.
La ofrenda de animales por el pecado, posteriormente se institucionaliza, formaliza y se trasforma en un ritual y ley. No era una opción ser vegetarianos para los oferentes, y menos para los sacerdotes.
¿No podía Dios instituir un sistema de sacrificios que prefigurara el Sacrificio de Cristo, sin que hubiese que comer parte de algunos animales? Nos tentamos a responder que podía, pero Dios, tenía otras razones, lo evidente es que Él lo quiso así, obviamente, por nuestro bien.
Este principio queda confirmado, cuando como recordatorio de la liberación de Egipto, Dios instituye la Pascua. consistía en que al menos una vez al año, en todos los hogares de Israel, se debía comer un cordero, con hierbas amargas y pan sin levadura.
Otro rito que incluía el comer carne, y nos vuelve a asaltar la duda: ¿No podía ser el cordero sacrificado y comer solo el pan con hierbas? ¿Porque ellos con mejor constitución física que la que tenemos cinco mil años después lo requerían nutricionalmente?
Al parecer, la carencia de los nutrientes del árbol de la vida, la nueva constitución física, la velocidad del deterioro, hacían necesario enseñarnos a comer carne mesurada y discriminadamente, como una forma de suplir o complementar nutrientes.
Que Dios incluya en la dieta humana el tener que comer carnes y derivados de algunos animales, debería bastar para creer que es lo necesitamos para vivir.
La inclusión de elementos cárneos en la alimentación, no obedecía solamente a rituales religiosos, Abraham, preparó un becerro tierno y bueno, mantequilla y leche, para agasajar a tres ilustres visitas, a lo menos, ángeles, los que comieron con él. (Génesis 18:8).
Milenios después, Jesús esperaría a sus discípulos con un desayuno de pescado a las brasas con pan (Juan 21:9). En otra ocasión también después de la resurrección les pregunto a sus discípulos:
“¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.” (S. Lucas 24:41-43)
Hoy, la ciencia puede confirmar que era muy necesaria esta inclusión. Hay nutrientes esenciales como la Cianocobalamina, creatina, Vitamina D3, Carnosina, Hierro hemo, Acido docosahexaenoico (omega 3), Taurina; que los podemos obtener sólo de animales o de productos de ellos.
Otros que en vegetales se encuentran en muy bajas cantidades. por lo que es mejor obtenerlas de productos cárneos como, por ejemplo; Proteínas, colesterol, hierro no hemo, Cinc, calcio, tiamina, riboflavina, niacina, vitamina D, vitamina A (retinol).
(información obtenida principalmente del Instituto de Nutrición y Salud Kellogg ́s y del National Institutes of Health. USA.)
Hemos hecho referencia al libro de Génesis, por cuanto en ese entonces no existía Israel como para decir que estas indicaciones eran sólo para ellos, y no nos estamos refiriendo en este articulo a cualquier animal, como perros ratones, conejos, cerdos o serpientes. Cabe señalar que el Señor seleccionó para complementar nuestra alimentación, ciertos animales así es que cuando dice en Génesis 9:3:
“todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo”.
Ya previamente al diluvio, había apartado como “limpios”(Génesis 7:8) a los que podrían complementar nuestra dieta en bajas cantidades. Por tanto, ese “todo”, es de entre animales declarados limpios, aptos para consumo humano, diríamos hoy.
No inmundos, o no aptos para el consumo. La clasificación más completa de ellos, se encuentra en el Libro de Levítico en el capítulo 11. Así entonces, debíamos ser omnívoros, como debe mencionarse a los que incluyen productos de origen animal en su dieta, y no carnívoros, como se designa a los animales que sólo consumen carne.
Concluyo diciendo que desde los albores de la historia, y dada nuestra nueva condición de seres imperfectos, no podemos ser vegetarianos puros desde el nacimiento.
Ser vegano no era ni es opción. Necesitamos de productos o sub productos cárneos para prolongar nuestra vida aunque en bajas cantidades, pero el equilibrio, la mesura y el saber qué es lo mejor para cada cual, es vital, sin hacer del comer religión.
La buena noticia, es que así, como en el primer libro de la Biblia, se relata cómo fue quitado el árbol de la vida, en el último libro, vuelve a parecer en la nueva Jerusalén, lo significa que volveremos a nutrirnos como en el Edén:
“En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.” (Apocalipsis 22:2)
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