“La Biblia fue escrita por hombres.” Fue lo que mi hija Daniela me dijo en una interesante conversación. En todo caso es lo que dicen agnósticos, incrédulos y opositores a este libro.
Quienes creemos en Dios, nos sentimos tentados a elaborar rápidamente alguna apología para rechazar esa sentencia, fundamentalmente diciendo que Dios es su autor. En honor a la verdad, debo reconocer que su aseveración es absolutamente cierta.
Muchas veces se llega a la incredulidad, por haber oído de alguna fantasía o declaración poco creíble atribuida a la Biblia, por buscar satisfacer la natural curiosidad humana; que no es el propósito de la Biblia, por saber de algún texto, sin conocer su contexto, etc. De allí la importancia de relacionarse personalmente con este libro idealmente e inicialmente, a través de un estudio guiado.
Hombres y mujeres
Volviendo a la afirmación de Daniela, diré que es cierta en al menos dos aspectos: por una parte, los autores son seres humanos; no ángeles, ni dioses. Por otra, entre sus escritores conocidos, no hay ninguna mujer.
Digo esto así, porque se acepta qué entre los escritores de este libro, hay algunos de identidad desconocida, entre los que podría eventualmente, haber mujeres pero, aunque hay dos libros con nombre de mujer, los escritores reconocidos, son todos varones .
Inspiración
El rechazo al que hacía alusión al comienzo, es razonable, por cuanto aceptar esa premisa, sugiere que la Biblia es una invención humana y por tanto, el Dios de los judeocristianos también. Sin embargo creo que esto no se puede aseverar sin un estudio serio sobre la autenticidad de la Biblia.
Un análisis desde la externalidad e internalidad de este libro, da lugar, a lo menos, a plantearse una duda razonable respecto a alguna intervención sobrenatural, a no arribar a una conclusión tan taxativa como la del título que supone excluir la participación de la divinidad.
Lo que eruditos judios y cristianos dicen es que sí bien, fue escrita por hombres, esos hombres fueron inspirados por Dios. Tal aseveración requiere de algún fundamento, que esté más allá de la sola declaración siguiente:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüír, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16)
Evidencias externas
A fin de argumentar sobre su origen supra humano, podemos señalar lo que se consideran evidencias externas e internas de su inspiración. Entre las evidencias externas se cita la congruencia, concordancia y correspondencia teológica, científica, histórica y doctrinal de este libro.
Considerar que fue escrito por aproximadamente cuarenta escritores entre los cuales no hay contradicción de ningún tipo, en un periodo de aproximadamente mil quinientos años, debería llevarnos a pensar en la intervención de una inteligencia de propósitos supremos.
Historia
Desde una perspectiva histórica, podríamos considerar entre otros, los escritos de Tito Flavio Josefo, uno reconocido historiador judío del siglo primero D.C. Quien registra algunos eventos que coinciden con las Escrituras.
Ciencia
Cuando el mundo científico pareciera ser el más renuente a aceptar la inspiración de las Escrituras, convendría recordar que en la Biblia encontramos precisión sobre variadas áreas de la ciencia, mucho antes de que se hicieran los descubrimientos.
La forma de la tierra (Isaías 40:22), los valles en los mares (2 Samuel 22:16) y el ciclo hidrológico (Job 26: 8), por mencionar algunos que expresan realidades que no se descubrieron hasta mucho después de haber sido mencionadas en las Escrituras.
Arqueología
Una de las ciencias que quizás más haya aportado a dar confianza respecto a la veracidad de la Biblia, es la arqueología. A través de múltiples descubrimientos, ha ido progresivamente en el tiempo, certificando que lugares y hechos mencionados en las Escrituras, que se suponían inexistentes, realmente existieron.
Pero además, validando la fidelidad literaria, textual, por ejemplo, mediante el descubrimiento de los rollos de los libros del Antiguo Testamento encontrados en el año 1947 en las cuevas de Qumram. Ese hallazgo, permitió saber que los libros más antiguos de la Biblia, los del Antiguo Testamento, se han mantenido a pesar del paso del tiempo, como los conocemos hoy.
Evidencias internas
Entre las evidencias internas, podríamos citar de la carta de Pablo a Timoteo, el texto previamente destacado donde expresa que toda la escritura es inspirada por Dios.
A este respecto resultan relevantes las profecías, cuyo cumplimiento queda confirmado por la historia, como las del libros de Daniel, que anticipan la sucesión de imperios pasados con sus características y el orden en que se sucedieron. La exactitud de periodos proféticos, el cumplimiento de las profecías mesiánicas (Isaías 7:14, 40:3, Miqueas 5:2) entre otras.
Espiritualidad
Podría ahondar extensamente en las evidencias que hemos referido muy brevemente, pero no lo hago porque éstas, por muy notables que resulten, son cuestiones históricas, científicas, intelectuales; que no pueden llevar a nadie al convencimiento que la Biblia es la Palabra de Dios. Primero, porque supone llegar a esta conclusión mediante un estudio sin prejuicios, carente de una hipótesis; lo que es de suyo difícil, sino, por algo más importante: la actitud con la que nos acercamos a su Palabra.
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1de Corintios 2:14)
No es aceptando las evidencias sobre la veracidad de las Escrituras, que llegaremos a creer que es la Palabra de Dios, no es sólo mediante el convencimiento intelectual. Es mediante el resultado de una búsqueda espiritual, que procure satisfacer las inquietudes de éste ámbito, que nos lleve a ser mejores. Que nos permita encontrar respuestas inteligentes, sabias, trascendentes y no sólo inmanentes, que contribuyan a la paz en nuestra vida.
0 comentarios