Estrategias
Cinco maridos has tenido… son las palabras de Jesús a la mujer samaritana. Extracto de un conocido relato que generalmente es usado para promover la acción misionera. Se comienza con una introducción acerca de que judios y samaritanos no se tratan entre sí para resaltar que Jesús no discrimina entre individuos, y que así nosotros debemos acercarnos a todos con el mensaje de la salvación.
En este caso la estrategia de acercamiento fue pedir un favor, porque al parecer hay que tener una estrategia. Luego la invitación de Jesús para que vaya a buscar a su marido para dejar en evidencia una vida licenciosa, para que al verse descubierta, reconociese su pecado y Él pudiese ofrecerle la salvación. Finamente la mujer samaritana va a buscar a otros para que vengan al Salvador, que es lo que debemos hacer cuando nosotros lo hemos encontrado.
Una historia muchas veces interpretada así para ser utilizada pero que no necesariamente tiene el propósito de promover o mostrar estrategias de evangelismo.
Judios y Samaritanos
La animadversión entre judios y samaritanos, no era gratuita, como no lo es la de israelíes y palestinos. Pero no era sólo una animadversión entre estos dos pueblos o una actitud xenófoba de los judios hacia los samaritanos. Judios y samaritanos fueron una nación hasta la muerte de Salomón, cuando ésta se dividió en dos reinos: El del norte (Israel) y el del sur (Judá). Prácticamente todos los reyes del norte “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová”, tal que para impedir que sus súbditos fuesen al templo de Jerusalén en el sur, Omri compró Semer en el monte de Samaria y posteriormente el idólatra rey Acab, edificó un templo a Baal en Samaria. Por esta razón los samaritanos eran considerados como idólatras y paganos.
Agua potable
Jesús se acerca al pozo y se sienta cerca de él. No sabemos cuánto tiempo después llega una mujer a sacar agua y el le dice “dame de beber.” Ante la extrañeza de la mujer, porque era un judio quien le hablaba.
El maestro le dice que si supiera quien es Él, ella sería que le estaría pidiendo agua. La samaritana parece entender que le está hablando de algún agua mejorada pero H2O. Jesús le está hablando metafóricamente de la salvación. ¿Que debía hacer ella para obtenerla? Sólo pedirla. Ella le pide de esa agua especial, pero potable.
Es entonces cuando Jesús le pide que vaya a buscar a su marido. Esta solicitud se entiende como la forma de llevar a la mujer al terreno moral y reprocharle lo que ha sido su manera de vivir, al parecer de algunos, un tanto disipada. Ella le dice que no tiene marido. A lo que Jesús le responde:
“… Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad”(Juan 4: 17, 18)
Cinco maridos
La respuesta de la samaritana es legal y moralmente correcta, y sin un atisbo de contrición deja en evidencia que no era necesario llevarla a un plano moral ni menos a un reconocimiento de su malignidad; podría haber dicho “voy” o mentido u omitido, pero era honesta, y Jesús lo sabía.
Ella no tenía nada que ocultar, haber tenido cinco maridos con el estatus legal de un contrato nupcial, no era una falta, desconocemos porque y como se llegó a casar ese número de veces, ni porque sólo con el último a quien Jesús quería ver, no tenía una relación de legalidad, probablemente sólo de amor, pero esa era su vida y fue lo que un judio le reveló.
Agua viva
¡Cinco maridos y ahora un conviviente! Hay quienes creen que Jesús quería dejar al descubierto una vida pecaminosa para lograr su arrepentimiento. Felizmente para nosotros los pecadores, ¡nada mas alejado de aquello! De verdad sería muy cruel haberle pedido que llamara a su marido para enrostrarle su supuesta liviandad, una trampa psicológica.
¿Después de ofrecerle la salvación, el agua viva, volverla a su pecado?Jesús no hace eso, no vino a condenar, estaba allí para ofrecerle la salvación y no sólo a ella, a su pareja y a otros samaritanos. ¿No podría ser ésta la razón por la que le pidió que lo fuera a buscar y no para que le confesara que no era su marido?
¿No podría ser que Jesús sólo esperaba que al revelarle su vida, ella al menos lo aceptase como el profeta que también era, ante la dificultad mayor de reconocerlo como el Mesías En quien ella no sólo creía si no que esperaba?
Jesús no la reprocha, más bien destaca su honestidad. Y confirma lo que ella le había dicho, con un conocimiento que probablemente no tenían ni los samaritanos. La está llevando a ver que habla con más que un judio.
Jesús el profeta
“Señor, me parece que tu eres profeta”, Jesús se está acercando, ella no se siente ni ofendida ni enjuiciada. sólo un profeta podría conocer su vida. Le ha dicho lo que ha hecho, no lo malo que ha hecho. Para ella, eso lo convierte en profeta, en un vidente; pero podría ser el Mesías. De este relato podemos sacar muchas lecciones: no discriminar ,estrategias de evangelización que no comparto, pero el tema es otro: siembra y cosecha.
Siembra y cosecha
Jesús está cosechando, porque tanto la siembra como la cosecha requieren un trabajo. Esta despertando una inquietud que alguien había sembrado en el corazón de esta mujer. No demuestra que él es el Mesías, abre la posibilidad de que sea al menos un profeta. Después de lo cual la mujer samaritana llegará a plantearse a sí misma y a otros: “¿no será éste el Cristo?”.
Y no me parece, como creen algunos, que cuando seguidamente ella le pregunta donde deben adorar, este tratando de desviar el el tema, para no centrarlo en su condición; simplemente si es un profeta, sabrá, lo que por siglo era una duda y un motivo de conflicto.
Ella quiere hacer lo correcto, quiere adorar al Dios verdadero del que alguien: sus padres, un amigo, uno de sus maridos, no sabemosle enseño; pero quiere hacerlo bien, donde se debe. Jesús le dice donde la adoración tiene un origen pagano y donde un origen divino, pero, no es lo que importa: no es el lugar, no es la forma, no es la iglesia, la religión; el tema es quien es el adorador, la razón de su búsqueda, la honestidad con la que la realiza.
Jesús el Mesías
Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. (Juan 4:25)
Siendo samaritana, parte de un pueblo de origen pagano, sabía de un redentor, de un libertador y lo esperaba con la confianza que sería Él quien le revelaría todas las cosas, sus dudas, sus temores. Este profeta le había revelado todo cuanto ella había hecho y era suficiente como para dejar su cántaro el ir al pueblo a contarle a otros de este judio extraordinario que dice ser el Mesías. El Señor estaba cosechando lo que otros habían sembrado en el corazón de esta mujer y en el de otros samaritanos que le esperaban. Jesús espera cosechar lo que otros sembraron en tu corazón.
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