Cuando leí “El país de las sombras largas”, una novela que narra la vida de una familia en el ártico, me quedó grabado el relato en que Ernenek avanza raudo por la nieve en su trineo, se pone en pie, y desnuda su dorso para disfrutar de su mayor placer: sentir el viento golpeando en su pecho. Claro, el era esquimal. Sólo ellos podrían sentir placer en ese acto.
Pearl S. Buck, escritora de la novela “La buena tierra, ambienta su historia en la antigua China y relata como en el pasado a las niñas, desde muy pequeñas se les comprimían los pies con apretadas cintas a fin de impedir el crecimiento del pie. Esto porque para ellos en esos tiempos los pies pequeños eran manifestación de belleza.
Dos sencillos ejemplos para mostrar cuán distintos podemos ser los seres humanos en diferentes latitudes o épocas en el tiempo. Sin lugar a dudas el hábitat y el tiempo en que se vive determina costumbres, creencias, cultura.
Dios o dioses
Diferenciados los seres humanos por idiomas, razas, culturas, religiones, e incluso por el tiempo en que nos toca vivir, es perfectamente entendible que tengan ideas de un Dios muy particular también. Sin embargo, concebir a Dios de una manera diferente, lleva a algunos a creen que es el hombre quien crea su dios.
Lo extraño es que no haya cultura en el tiempo y el espacio que no lo cree. Entonces: ¿a todos los hombres les surge la necesidad de crear un dios? ¿o Dios se revela a todos los seres humanos de diferente forma, de manera que pueda ser aceptado por esa mentalidad?
Si respondo con un si a la primera pregunta, tendré que aceptar que la idea de Dios está inserta en todo ser humano porque todos están dotados de espiritualidad. Que intuye la presencia de la trascendencia y siente que la necesita.
Entonces, me inclino por responder afirmativamente a la segunda pregunta. Es Dios quien se manifiesta de diferentes formas en diferentes tiempos y lugares a todas sus criaturas porque todas, sin excepción, tienen la noción del bien y del mal y por tanto un problema.
El problema del ser humano es ha sido y será siempre el mismo, así como la solución y el medio para solucionarlo. Independientemente del tiempo y la cultura en que el individuo viva y de la visión que él tenga de Dios.
El problema es el pecado. La sensación o la certeza de su tendencia al mal y la necesidad del bien para ser feliz. Para todos, la solución es externa: Dios, obrando en su interior. Su aceptación traerá como consecuencia la trascendencia a una vida mejor presente y/o futura. El medio para la solución es también el mismo, la fe, necesita creer.
Un Dios
Es Dios quien se muestra a todos los seres humanos de manera que pueda ser comprendido respecto de un mensaje central que atraviesa las culturas, porque temerle en el verdadero sentido de la palabra, y aceptarlo es el mínimo común, que hace susceptible al ser humano de ser transformado.
La historia nos dirá que a los israelitas se les manifiesta como Jehová, a los Musulmanes como Alá, y su profeta Mahoma, a los Cristianos como El Padre y su hijo Jesús , Las humanas deidades o Buda para el Budismo, Vishnú, u otro de los dioses de hinduismo, Dios es Zeus para los antiguos griegos. Con diferentes nombres, el mismo y único Dios en una diversidad de religiones o forma de reconocimiento y adoración
Es frecuente escuchar decir casi como una excusa: “Yo respeto todas las religiones” a lo que yo contestaría: más te vale, porque su Dios es tu Dios. Porque esta condescendiente frese que se emplea para indicar que se acepta la diversidad, lleva implícita la equívoca idea que las otras religiones son espurias, entendiendo como verdadera la mía y que el Dios verdadero es el mío.
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