“Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día”. Así comienza un popular rezo católico que data del año mil ciento once aproximadamente. No es una oración, porque es sabido que la oración es la acción de comunicarse con Dios.
La creencia
Como lo enuncia la prosa citada, existe la creencia de que cada ser humano tiene un ángel protector. Esta idea la expresa muy bien el papa Francisco cuando dice: “Todos tenemos un ángel siempre al lado, que jamás nos deja solos, y nos ayuda a no errar el camino y que nos protege”.
Subsisten conjeturas en cuando al ángel custodio, como que es un ángel asignado en el momento del nacimiento. Que no ha sido guardián de nadie antes, ni lo será de ningún otro, una vez fallecida la persona. Incluso, hay quienes aseguran que se puede conocer su nombre.
Algunos más ecuánimemente piensan que tenemos dos ángeles, uno bueno y el otro malo, aconsejándonos o ayudándonos a decidir en determinadas circunstancias. Y también quienes intimidan a los niños y no tan niños diciéndoles que un ángel los está mirando. Algo así como un ángel acusador.
Volviendo al ángel de la guarda, tambien se dice que se puede hablar con él, que actúa como intercesor, etc. Siendo tan conocido el rezo inicial, tantas veces repetido, es apropiado que nos preguntemos si las creencias respecto a este ser son verdaderas, y cuál es el fundamento de este dogma.
Una práctica que me agrada en la liturgia católica de la misa; es que, al leerse la Biblia, se concluye diciendo: “Está es palabra de Dios”. Basado en esta sentencia del todo cierta, examinaré brevemente lo que la Biblia revela acerca de este ángel.
En la presente reflexión intentaremos responder a las interrogantes planteadas y veremos lo que se revela de los ángeles guardianes en la Biblia. Anticipó que la información que obtendremos será interesante.
En la Biblia
En el Corán, la Tanaj y en la Biblia, los ángeles son seres celestiales, sobrenaturales, invisibles que relacionan en algún aspecto al cielo con la tierra. Esto último lo aclara la etimología de la palabra “ángel” cuyo significado es, mensajero.
En el libro sagrado de los cristianos, hay numerosas narraciones en donde los ángeles intervienen siendo portadores de un mensaje de Dios, generalmente, a una persona en particular, pero también en ocasiones a más de un individuo.
La creencia que cada individuo dispone desde su nacimiento de un ángel para su cuidado personal, no es propia de ninguna religión, tampoco de la cristiana. Tiene su fundamento únicamente en la tradición de la iglesia católica.
En ese ámbito, se entiende como tradición a la transmisión oral de una doctrina, noticia o costumbre de generaciones pasadas que no están contenidas en las Sagradas Escrituras, pero que para ellos tienen el mismo valor documental.
Tempranamente en este análisis, salta a la vista que no son guardianes, sino mensajeros. No existe en las Sagradas Escrituras el concepto de ángel guardián, como el de un ser que está permanentemente a nuestro lado protegiéndonos.
En la Biblia, lo más cercano a un ángel guardián está en el siguiente verso del libro de los Salmos:
”El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende” (Salmo 34:7)
Este verso, es parte de la letra de un himno sobre la protección de Dios compuesto por el Rey David. Expresa que los ángeles estarán cercanos a quienes creen y confían en el Señor. Esta protección no les es ofrecida a toda persona, menos desde el nacimiento por cuanto se circunscribe a los que le temen.
Ángeles del cielo
El salmo de David, no es una declaración doctrinal que permita concluir que cada individuo tenga a un ser celestial a su lado permanentemente. Contrariamente a ese pensamiento, la Biblia proporciona información en cuanto a que ellos no habitan en la tierra, vienen desde el cielo con misiones específicas.
El Evangelista Mateo lo confirma cuando enuncia que “sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:10). Son frecuentes las expresiones que declaran que Dios: envió un ángel (Números 20:16), enviará su ángel (Génesis 24:7), mandará a sus ángeles (Mateo 4:6), que vendrá con ellos (Mateo 16:27). En fin, reafirmando que, si bien vienen constantemente, no habitan en este mundo.
El concepto del “ángel de la guarda” no se encuentra en la Biblia, pero la certeza de ángeles que ministran es nuestro favor es innegable. Es una verdad que recorre todas sus páginas de principio a fin. Vienen raudamente cuando Dios los envía para protegernos, para alentarnos, para traernos la respuesta a alguna oración.
El profeta Daniel relata que atribulado oraba por su pueblo, sin poder entender lo que Dios le había dicho. Antes de terminar su oración, el Ángel Gabriel vino diciéndole: “Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado”.
Si esa es la presteza con la que acuden a responder una oración, podemos entender por que no precisamos un ángel de la guarda. Lo que realmente necesitamos es orar y confiar en el Dios que tiene no uno, sino miríadas de ángeles para manifestarte su amor.
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