“Las leyes y las constituciones no están escritas en piedra”, es lo que se escucha decir en medio de las discusiones sobre un cambio de la constitución de mi país. La frase tiene como propósito consignar que estos enunciados legales son siempre susceptibles de ser modificados parcial o totalmente. La sentencia inicial hace clara referencia a una ley escrita en piedra: Los Diez Mandamientos, la ley de Dios.
Ley de Dios
Que los Diez Mandamientos son la ley de Dios, es una creencia muy generalizada; lo que supone que sea la única ley universal de Dios. No es así. Hay evidencia en la Biblia que el concepto “ley de Dios” es mucho más amplio.
Esto es muy claro para el judaísmo, para quienes este concepto involucraba toda expresión verbal o escrita admitida como inspirada. Nada podría salir de la boca de Dios que no fuera ley en tanto su inmutabilidad.
la Torá o el Pentateuco, a saber: Génesis Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, son para los cristianos los cincos primeros libros de la Biblia, pero para los judios es “La Ley”. No solo para los judios, Jesús dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas…” (Mateo 5:17). Esta es una alusión a la Tanaj, vale decir, al Antiguo Testamento.
La expresión ”la ley”, en referencia a la Torá. “Los profetas”, haciendo mención a escritos de los profetas mayores como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel. Y a los profetas menores como Óseas, Amos, Abdias, y otros.
Aclaro muy sucintamente que la designación de profetas mayores o menores, obedece solamente a una clasificación por la extensión de sus escritos y no tiene que ver con asuntos jerárquicos o de algún otro tipo.
Jesús también habla del Pentateuco como de “la ley de Moisés” en indicación al autor de los escritos. Así el Maestro no sólo válida absolutamente la veracidad, autoría y vigencia de esos escritos, sino que además, refuerza lo que vengo diciendo: El concepto “ley” es mucho más que los Diez Mandamientos, contenidos en la Torá.
Promulgación de la ley
Recordemos que luego de la liberación de la esclavitud sufrida en Egipto, por un período aproximado de cuatrocientos años, los israelíes peregrinan por el desierto en pos de la tierra prometida con Moisés como líder.
A pocos meses de haber salido de Egipto, cruzando milagrosamente el Mar Rojo, Dios le pide a Moisés que suba al monte Sinaí y allí Jehová el Señor, promulga la ley, seguramente ya olvidada luego de tan largo cautiverio. Dios escribe con su propio dedo, un compendio de la ley y la entrega a Moisés para que la haga llegar al pueblo.
Cuando digo que Dios promulgó la ley, estoy diciendo que ya existía como un gran marco legal, como una gran constitución universal, no que la haya creado en el Sinaí, eso daría pie a pensar que la estaba creando sólo para los israelitas.
La ley era preexistente a la humanidad, sólo no había sido promulgada ni físicamente escrita. Prueba lo recientemente expresado, que cuando Caín dio muerte a su hermano Abel, cometió un delito, que es infracción a una ley y recibió por ello un castigo. En los albores de la creación cuando el hombre pecó, desobedeció, quebrantó así mismo, un mandamiento de la ley de Dios.
Decía anteriormente que hablar de la ley de Dios, es para muchos hablar de este decálogo escrito en tablas de piedra, pero es mucho más que eso.
Tanto es así que en el mismo momento en que les entrega este compendio, el Señor, les hace llegar leyes sobre los esclavos, la ley sobre actos de violencia, leyes sobre restitución, leyes sobre responsabilidad de amos y dueños, leyes humanitarias, leyes sanitarias. Hoy serían leyes laborales, civiles, penales, de propiedad de derechos humanos, y otras.
Vigencia de la ley
Los Diez mandamientos así como toda ley de Dios, están vigentes. Que el decálogo esté escrito en piedra, resalta su inmutabilidad. A diferencia de algunas leyes como las de salud, por ejemplo, que indicaban tratamientos profilácticos específicos para algunas enfermedades, cuarentenas, etc.
Hay algunas leyes que fueron superadas con el avance la de ciencia y la tecnología, particularmente algunas de salud y otras vinculadas con prácticas religiosas, asociadas al santuario y a ritos que prefiguraban el plan de salvación. Con la pasión real de Jesús, se cumplen las prefiguraciones y cambian en la praxis estas leyes. No obstante otras de salud, como la de los animales que podían o no ser alimento, siguen vigentes.
De acuerdo a lo expuesto, los Diez Mandamientos escritos con el propio dedo de Dios, son como la constitución de las ordenanzas divinas, contiene principios fundamentales de múltiples leyes resumidas allí. Son el marco fundamental de toda legalidad, no la única ley.
Pareciera que muchas de estas leyes presentes en la Torá, han perdido vigencia, pero en realidad estas contenidas de alguna forma en las leyes de cada país, por las cuales nos regimos. La ley de talión, por ejemplo, pareciera abolida, pero no es más que el principio de proporcionalidad que debe haber entre el grado del delito y el castigo.
Todo el universo que conocemos, así como los sistemas y subsistemas de este planeta, se rigen por leyes, llamadas naturales, de manera que funcionen equilibradamente entre sí. Esas, creo yo, son también leyes de Dios para nuestro bien.
Las leyes particularmente explicitadas en la Biblia, tienen como propósito la armonía entre las personas, la regulación de la sana convivencia, el facilitar la existencia. Es cierto que los mandamientos se expresan mayoritariamente como restricciones, pero no parecieran tener otra razón que el que seamos felices.
Amar es la ley
Cuando le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más importante, respondió citando un texto del libro de Deuteronomio señalando dos: amaras al señor tu Dios y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No son mandamientos diferentes, sólo un resumen de lo que contenían las dos tablas del decálogo. Cuatro mandamientos que establecen la relación con Dios y seis que regulan la convivencia entre las personas, desde el vínculo más cercano al más lejano, el material. Sin destacar ninguno de los diez, en importancia.
Las siguientes palabras de Jesús, en momentos de la última cena, no establecen en realidad un mandamiento nuevo, son todos resumidos ya no en diez, ni en dos, sino en uno. Ojalá sea nuevo para nosotros en el sentido de entender que la ley no tiene como propósito central mostrarnos nuestro pecado, ni condenarnos por ello, sino mostrarnos la manera en que podemos ser felices. El énfasis es que amemos, porque ahí está el sentido de toda ley y mandamiento Divino.
”Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. (Juan 13:34).
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