La próxima vez que vea un grupo de pájaros parados en un alambre telefónico, estúdielos detenidamente. Podrá observar que están más o menos a la misma distancia uno de otro. Si alguno vuela y se para entre los dos que ya estaban en el alambre, estos hacen una de dos cosas: si hay suficiente lugar a cada lado para mantener la distancia, sencillamente se mueven. Sin embargo, si ese movimiento va a incomodar a los demás, salen volando.
Los hombres de ciencia llaman a eso «distancia individual» . Todos los animales, ya sea mamíferos, peces, aves, reptiles o insectos, guardan cierta distancia con los miembros de su especie. Hay diferencias también en ese sentido entre los machos y las hembras. El macho tiene siempre una distancia mayor entre él mismo y los demás machos, que la hembra respecto a las otras.
La costumbre de mantener cierta distancia con las otras personas parece ser tan común entre los humanos como entre los animales. Se relaciona con la necesidad de conservar la intimidad. Nos sentimos bastante incómodos, por ejemplo, cuando vamos apiñados con extraños en un ascensor. Si tenemos que sentarnos en la estación, por lo general vamos a ocupar el asiento que esté más lejos de la gente.
Los seres humanos necesitamos espacio. Demasiada gente en un mismo lugar nos pone nerviosos, aunque se trate de amigos. De vez en cuando es bueno estar solos para pensar o descansar sin tener que hablar con otros o escucharlos.
Jesús, nuestro mejor ejemplo, a menudo encontró tiempo para apartarse y estar solo. Se iba sin compañía alguna y pasaba toda la noche en comunión con su Padre celestial. Le resultaba más reparador que el sueño mismo.
El descanso y el salir de entre la multitud es tan importante para nuestra salud y nuestro bienestar espiritual, como la oración y el estudio de la Biblia, porque le da a nuestra mente la oportunidad de pensar con más claridad acerca de lo que Dios está tratando de decirnos.
«¡ Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?» (Isaías 5:8)
Windows on God’s Word. Santiago A. Tucker 1975.
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