Eugenio Sandow era un luchador profesional que por el año 1800 se ganaba la vida realizando actos de valor en los que oponía su fuerza a las fuerzas de la naturaleza. En cierta ocasión aceptó luchar en San Francisco contra un león adulto. Envolvieron con vendajes las patas del león, y le pusieron un bozal. En esas condiciones, lo único que el león podía oponer a Sandow era su agilidad y su fuerza.
Pero el león pesaba unos 270 kilos, algo más, por cierto, que el luchador. Sandow entró en la jaula armado sólo con sus manos, para combatir con un león que una semana antes había dado muerte a su cuidador.
El león se abalanzó contra Sandow, pero éste se hizo a un lado, evitando el golpe, al mismo tiempo que tomaba al león por el cuello con un brazo y por el tronco con el otro. Levantó al animal a la altura de sus hombros, le dio un tremendo apretón y lo lanzó con todas sus fuerzas contra las rejas de la jaula.
El asombrado león rugió a pesar del bozal al atacar a Sandow de nuevo. Esta vez se abalanzó contra la cabeza del luchador. Este lo esquivó a tiempo mientras el domador, que se encontraba fuera de la jaula, le gritaba a Sandow que saliera de una vez. Pero nuevamente Sandow esquivó a la bestia, la volvió a alzar, y otra vez le dió un tremendo apretón. Pero en esta ocasión a pesar de los vendajes, el león lo arañó fieramente. No obstante, Sandow no abandonó el combate. De nuevo lanzó al león al suelo mientras los espectadores clamaban para que saliera. Estaba rasguñado y cubierto de sangre, pero había triunfado.
La Biblia nos dice que el diablo anda alrededor de nosotros como león rugiente. también nos dice: «Resistid al diablo, y huirá de vosotros»(Santiago 4:7). Sólo con el poder del Espíritu Santo podemos resistir al demonio y derrotarlo en nuestro diario combate contra él.
No con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos (Zac. 4:6)
Windows on God’s Word. Santiago A. Tucker, 1975
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