Ricos. Lo difícil, no imposible

Dic 2, 2019Reflexión

«¡Vamos ahora ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.», parece una arenga de un activista político, y dan ganas de decir, a lo menos ¡bien!, pero es una declaración de la epístola de Santiago en la Biblia.

La riqueza

La expresión, refleja el malestar o desagrado que estas personas provocan, principalmente en sociedades muy desiguales en donde son una pequeña minoría, pero con mucho poder y a veces no sólo económico.

Esta animadversión podría ser producida por la simple envidia de su condición, situación, posibilidades; pero también por la forma en que esa riqueza fue adquirida o es mantenida. Lo cierto es que la odiosidad existe y encontramos en las escrituras algunas razones que la explican.

La riqueza como la posesión abundante cualitativa o cuantitativa de lo valioso, no es mala, tanto así que los bienes que pueden constituir riqueza se denominan así, bienes y no males. La escritura confirma esta premisa al señalar que la «raíz de todos los males es el amor al dinero…»(1 Tim.6:10), y no el dinero en sí.

Cuantitativamente es rico quien llega a tener mucho dinero o bienes, y no hay dificultad alguna en aspirar o llegar a serlo. Puede ser millonario quien por definición posea más de un millón y menos de cien millones y multimillonario si su patrimonio supera los cien millones. Lo que podría ser poco en una economía con una moneda devaluada.

La avaricia

Probablemente muchos quisieran ser millonarios y los millonarios multimillonarios, vale decir, tener más de lo tienen y más y más, y más, y no sé después de cuantos «más» estamos hablando de avaricia.

Aunque en honor a la verdad, el ser avaro, no tiene tanto que ver con lo que cuantitativamente se posea, sino con no querer compartir, así, no es ser rico el problema sino el amor que le tenga a sus posesiones o la avaricia que lo mantiene en ese estatus.

“El rico y el pobre se encuentran; A ambos los hizo Jehová.” (Proverbios‬ ‭22:2‬)

Controversial declaración del sabio Salomón, pero cierta, de no ser así, no habría personajes extraordinarios en la Biblia dotados de riquezas, como el patriarca Abraham, José, Ester, Ezequiel, José de Arimatea, Job o el mismo Salomón. Un tanto más complejo resulta aceptar que al pobre lo hace el Señor, pero este aspecto lo abordaremos en una próxima reflexión.

La injusticia

La animosidad hacia los ricos manifestada en la sentencia del apóstol Santiago al inicio de este escrito, debe ser contextualizada y analizada aunque sea brevemente. El texto completo es el siguiente:

“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego.
Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.
Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.” (
Santiago‬ ‭5:1-6‬)

Santiago no están denostando al rico en tanto su condición de tal. Establece que los bienes materiales y el dinero tan valorado, son perecibles y por tanto critica aferrarse a ellos o acumularlos.

La codicia

Lo anterior, particularmente cuando el propósito es la egoísta posesión o más bien, usurpación por cuanto Dios declara ser dueño de todo. La posesión da poder, en este caso poder económico que lo sitúa por sobre los que tienen menos o que tienen muy poco o nada.

Anteriormente citamos al apóstol Pablo, quien en una carta a Timoteo le señala que la raíz de todos los males es el amor al dinero, de donde se desprende que son los ricos avaros quienes acumulan tesoros.

Hay ricos que engañan a sus trabajadores no pagándoles lo justo. Que aman el dinero. Algunos corruptos, licenciosos, viciosos, aunque su dinero y posesiones no sean muchas, porque insistimos en que no es un asunto de cantidad o de proporcionalidad, no es que a mayor riqueza mayor maldad. Hay quienes sólo con poco más se sienten ricos.

La insensibilidad

Dícese, por ejemplo, que Nabal, un hombre rico conocido por ser esposo de Abigail, una mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, que era duro y de malas obras.

«El pobre habla con ruegos, Más el rico responde durezas» (Prov. 18:23)

Parece una descripción apropiada para muchos ricos. Obran mal, porque pueden hacerlo sin temer recibir una sanción por ello. La justicia no los alcanza, pueden hacer todo lo ilícito que su dinero pueda comprar todos los placeres de los que pueda disponer, pero además dice que el personaje en cuestión era duro.

La dureza en este aspecto, parece tener su contraparte en la sensibilidad, en la capacidad de sentir. Pareciera que tener más de lo que se necesita, bloquea en estos ricos el poder ver las necesidades de otros, se entroniza la antipatía, polo opuesto de la empatía, pierden la sensibilidad ante el dolor, ante la necesidad de los otros.

El citado apóstol Santiago hace referencia al hecho de que estos ricos, abusan no pagándo lo que corresponde, es más dice: «clama el jornal», vale decir la remuneración de un día de trabajo.

Difícil, no imposible

Es humillante y genera odiosidad que al obrero le sea retenido su jornal, lo que le es propio, lo que ya ganó con su esfuerzo, con su trabajo; debe pedirlo como un favor. Hay quienes pagan cuando se acuerdan, porque muchos por vergüenza no cobran, no reclaman, sólo sufren.

Me pregunto si serán estas las razones por las que Jesús dijo que «difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos» o que haya dicho que «es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos».

Lo claro es que es difícil, no imposible, y para entender esta última comparación, es apropiado decir que «el ojo de una aguja», hace referencia a las puertas pequeñas que permitían el paso sólo de personas cuando las grandes puertas de las ciudades estaban cerradas, así un camello podía pasar, pero con dificultad.

La verdadera riqueza

Ser rico no es una condena a la perdición. Están los que teniendo mucho, siendo ricos, obran bien, pero la salvación no es una cuestión de obras. Podemos todos, ricos y pobres ser salvos porque Dios es rico en misericordia y basta a cualquiera creer en Él para recibir la salvación.

 

Un libro de orientación espiritual que nos permite aprender de aspectos teológicos y religiosos muchas veces desconocidos, tergiversados e incluso olvidados. Si bien sus enseñanzas están fundadas principalmente en la Biblia, no tiene un objetivo proselitista, ni busca ser una apología de las enseñanzas de las Escrituras. Así, pretende contribuir a conocer aspectos espirituales reales de la vida diaria, que produzcan paz interior.

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  1. Tiempo de protestas. ricos y pobres. - Desde el Leprosario - […] condena a los ricos, no les es dada por el sólo hecho de tener riquezas, sino por la forma…

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