No se escandalice, no se alegre, no se enoje, dependiendo de su cercanía con estas corrientes políticas. Ser de derecha o izquierda, no es sólo una cuestión de tendencia partidaria, porque el título está tomado de los textos de la Biblia:
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid benditos de mi padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. (Mat. 25:34)
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. (Mat. 25:41)
El Señor ubica a su derecha, no a los de esa tendencia política, sino a quienes obraron con su prójimo, como todos deberíamos: dando de comer al hambriento, bebida al sediento, ropa al desnudo, recibiendo al extranjero, visitando a los enfermos y a quienes están en la cárcel.
Ubica así mismo a su izquierda, no a la amplia gama entre socialistas y comunistas, sino a quienes fueron indiferentes a las necesidades de sus más cercanos.No compartieron, no solidarizaron, no empatizaron.
Pero quizás, podríamos encontrar alguna mera coincidencia entre ser de derecha o izquierda. Políticamente quienes se ubican en la izquierda; tienen como máxima la defensa de la igualdad social.
Por otra parte, quienes se ubican a la derecha; consideran las diferencias sociales como normales, naturales e inevitables. Unos creen que todos podemos ser iguales y los otros consideran inviable la igualdad.
Así, pareciera que es más loable ofrecerles el reino a los de la izquierda y el infierno a los de la derecha.
En realidad, sin juegos semánticos, detrás de estas opciones, deben haber más que simpatías: convicciones. Podríamos pensar que la corriente política más cercana al cristianismo es la que en sus ideales propugna la igualdad de todos en todo.
Pero supone al ser humano moralmente neutro en su origen, donde el ambiente en su desarrollo, en su formación, determina si será bueno o malo en su actuar. Excluye la existencia de Dios, del bien y del mal más allá de la conducta.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12)
Lo que este pasaje de las escrituras enseña, junto con muchos otros, es que el ser humano es intrínsecamente malo o pecador, vale decir; no somos malos porque pecamos, pecamos porque somos malos.
Somos malos que hacemos cosas buenas, no buenos que hacemos cosas malas. Así entonces, la igualdad es una quimera, una ilusión. A menos que esa igualdad les sea impuesta. Pero así mismo como la Biblia enseña que el hombre es malo, enseña que fue dotado de libre albedrío.
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17)
Escoger entre todos los árboles del huerto, era libertad, pero como vemos, la libertad se desarrolla sólo en ámbito de la justicia, alguien la regula, la imparte, obra sólo en el bien, si se obra mal, se pierde.
El libre albedrío en cambio, le otorga la capacidad de actuar también en el mal. La igualdad impuesta, se contrapone con el libre albedrío, no importa cuán buena sea esta igualdad, siempre habrá quienes decidirán por el mal o simplemente por lo contrario o lo distinto. Desde este punto de vista digo que la igualdad es idealismo, ilusión.
Por otra parte, quienes creen que la igualdad no es posible, sino que las diferencias sociales son naturales, propenden más a la equidad, pero no en virtud de las enseñanzas del Dios en que dicen creer, sino en los fundamentos de la meritocracia, la competitividad y el mercado.
“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.” (S. Mateo 25:41-45)
En este texto del evangelio, los de la izquierda no reconocen a Jesús , porque no lo conocieron, no creyeron el Él, como ocurre mayoritariamente en las ideologías de la izquierda.
En la realidad, los de la derecha ideológicamente creen en Dios, pero tampoco lo reconocen. Felizmente estar a la derecha o a la izquierda del Salvador, no es una cuestión de inclinaciones políticas, ni siquiera de la elección de una religión y menos del ser parte de una iglesia.
Será el resultado de una decisión personal de aceptarlo o rechazarlo, de seguir intentando infructuosamente hacer el bien y ser bueno o querer conocerlo para que Él obre en nosotros.
Decidir ser de la derecha o izquerda, aceptarlo o rechazarlo, seguir intentando infructuosamente hacer el bien o querer que Él obre el bien en nosotros.
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