Los sapo se encuentran en todas partes del mundo y, debido a que consumen enormes cantidades de insectos dañinos, son amigos del hombre.
Tal vez el sapo más útil que se conozca es el que vive en las regiones semiáridas del centro de Australia. Se lo conoce con el nombre de sapo de la santa cruz, debido a las manchas de su lomo, que asumen esa forma.
Este sapo es una cantimplora viviente. En las pocas ocasión en que llueve, bebe del precioso fluido vital hasta hincharse. Durante las sequías que siguen a las lluvias, el batracio se esconde por meses en el barro, y sobrevive gracias al agua que ha bebido.
Cuando los aborígenes de Australia se encuentran perdidos en medio del desierto durante la época de sequía, todo lo que necesitan es buscar al sapo de la Santa Cruz para sobrevivir. Al extraer el agua de estas insólitas cantimploras, han logrado evitar las consecuencias fatales de las sequías, que hubieran sido catastróficas para todos los que desconocieran los hábitos de este sapo.
Tal como los aborígenes de Australia emplean el sapo de la santa cruz cuando necesitan del agua que da vida, las personas perdidas en el desierto de este mundo pueden ser libradas milagrosamente de la muerte al beber del agua de la vida que brota del manantial de la Cruz.
Moisés dió un golpe en la roca que representaba a Cristo, y consiguió agua en el desierto. Jesús mismo amplió esta lección cuando le dijo a la mujer que estaba junto al pozo: “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”. Así pues, por medio de este humilde sapo, de Moisés y su roca milagrosa, y de Cristo y la cruz, se nos enseña la lección de que el agua es un elemento que da vida. ¿Responderemos como la #samaritana: “Señor, dame esa agua”? (Juan 14:15).
Más es que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.(Juan 14:4).
De: Windows on God’s Word. Santiago A. Tucker. 1975.
0 comentarios